Al cumplirse un nuevo aniversario del fin del golpe de Estado encabezado por Alfredo Stroessner, la gestión de facto más extensa de América latina y una fecha que suele incomodar al gobierno por los vínculos del presidente, la sociedad paraguaya estrena un nuevo día de conmemoración en su calendario oficial: El Día Nacional de la Democracia.
Esta fecha fue establecida por ley en noviembre del año pasado, por eso ya debería estar en el calendario oficial y celebrarse actos en instituciones y organizaciones. Hasta ahora la conmemoración de la caída de Stroessner siempre pasó inadvertida en el país.
La jornada de conmemoración comenzó a las 8:30 con un acto en la Plaza de la Democracia, en el centro de Asunción, convocado por la Coordinadora de Asociaciones de Excombatientes, que pretende además un reconocimiento a los caídos en aquella jornada del golpe que el general Andrés Rodríguez encabezó contra Stroessner, de quien era consuegro.
“Hablaremos de un proyecto de ley para compensar a las familias que quedaron diezmadas; ese día cambió el modelo de vida en Paraguay, de un modelo rígido, autoritario y represor, al que el 3 de febrero de 1989 se le dijo basta”, señaló el suboficial principal retirado Gustavo Alfonso, secretario general la Coordinadora.
La cifra oficial habla de 131 muertos durante el golpe, entre militares y policías. La asonada en realidad comenzó el 2 y terminó al día siguiente, con el dictador ya detenido y un nuevo gobierno ocupando el Palacio de López, las demás sedes gubernamentales y los medios de comunicación.
Durante los 35 años de la dictadura de Stroessner, unos 20.000 paraguayos fueron obligados a exiliarse y 425 personas desaparecieron o fueron asesinadas, según un informe de la Comisión de Verdad y Justicia.
Paraguay solo recuperó 37 cuerpos de desaparecidos en ese periodo, de los que la Dirección de Memoria Histórica y Reparación apenas consiguió identificar a cuatro.
La fecha representa una incomodidad para el oficialismo, por dos razones centrales: por un lado, Stroessner era figura central del oficialista Partido Colorado y no pocos de sus dirigentes elogian su gestión, y por otro, el presidente Mario Abdo Benítez es hijo de quien fuera secretario privado del dictador.